Fui a la cocina. Una clara luz que molestaba a mis ojos entraba por la puerta vidriada que da hacia el pequeño patio. Allí me encontraba. Y de repente apareció, silencioso, sentí sus manos grandes y suaves que acariciaban mi piel. Ellas recorrían todo mi cuerpo. Me estremecía. Me gustaba sentir sus manos acariciarme, tenerlo detrás mío, que rozara su cuerpo con el mío. Él me gustaba. Todos mis miembros se agitaban al sentirlo. Hacía bastante que no me acariciaban. Será por eso que tanto me gustaba.
Inesperadamente, dejé de sentirlo. No sé quien era él. Una suave y confusa sensación dejó en mi. Sentí sus tibias caricias, que tanto me gustaron. Será porque desde hacía tiempo q no me acariciaban. Él me gustaba.