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Las fotografías de maniquíes tratan la idea del vacío de sujeto, de la inexistencia de sujeto bajo el cuerpo, de la mera superficialidad de los cuerpos vacíos y fríos. El consumo también te consume.

Tu cerebro entre cuatro paredes

El encierro a veces te enloquece, estar dentro de cuatro paredes a veces te enloquece, por lo menos a mi siempre me enloquece, produce una revolución entre mis neuronas, te hace ventilar tus más íntimas alucinaciones asi porque si. Salgo a la calle y mis neuronas se ventilan: el ruido de las bocinas, los perros que ladran, la gente que te mira (a veces raro). Y empiezo a sentirme normal. ¿Qué es pensar de modo normal? Odio hacerme la rara, odio usar refiriéndome a mi persona la palabra normal o rara. De pronto traigo a ese presente tan artificial, mientras espero a que el semáforo cambie de color, lo que grité a los cuatro vientos casi sin pensarlo, mientras escucho Sun Kil Moon del otro lado de mi cabeza. Me sonrío sola y esa señora que pasa por mi lado me sigue con sus ojos un tanto confusos, y yo la miro en algún pequeño instante. En que parte de mi cerebro se ocultan esos pensamientos cuando mis neuronas se refrescan y tomo contacto con la gente, con la luz, con lo árboles de la calle… El encierro siempre me enloquece. Y a veces es bastante encantador, se adueña de tu capacidad de control, vomitas casi sin quererlo lo más profundo de tu ser. Son en esos momentos donde el deseo se apodera de tu hemisferio izquierdo y lo dormita, te convierte en un títere de tus propios deseos, puede jugarte una mala partida, o tal vez todo lo contrario.

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